Comunicado de Enrique León

A todos los aficionados y personas del mundo del turf

Ante todo y lo primero es agradecer a muchos las muestras de solidaridad y apoyo mostrado hacia mi persona y familia en estos duros momentos, y me gustaría aclarar los eventos producidos en estos días.

El lunes 10 de octubre la dirección de HZ toma contra Teodoro Callejo y contra mí un acuerdo firmado por D. Moisés Rodríguez en el que dice:

• Que ha abierto un expediente por los hechos ocurridos el 30 de septiembre relativos al desembarco de un caballo, y nuestro comportamiento al respecto, con el personal del HZ y el servicio de seguridad.
• Que en el mismo ha quedado acreditada nuestra responsabilidad, por lo que en base a su Reglamento de Régimen Interno se nos "impone una sanción de suspensión de la autorización para entrenar en HZ y expulsión del recinto por un período de....", y que dicha medida se aplicará desde el mismo día siguiente, martes 11 de octubre.

Sin prácticamente tiempo para reaccionar ante una medida tan grave y perjudicial para los caballos y para nosotros como propietarios y entrenadores, esa tarde enviamos un escrito dirigido a D. Moisés Rodríguez, en el que le invitamos a reconsiderar su decisión, le recordamos que también somos propietarios, le señalamos la discutida legalidad y aplicación a nosotros de dicho Reglamento de Régimen Interno (entramos con anterioridad a la publicación del mismo y no lo hemos firmado), que no se nos ha dado trámite alguno para defendernos en el supuesto expediente, que el acuerdo se ha decidido unilateralmente por el propio HZ (del que somos clientes e inquilinos, no empleados), y la inmediatez de tiempo en la que pretende empezar a aplicar la durísima sanción (desde la misma mañana del día siguiente), hecho que agrava nuestra indefensión.

Acudimos al hipódromo a la mañana siguiente, ante la evidente necesidad y responsabilidad por nuestra parte de acudir a atender a los caballos, viéndome dentro del recinto D. Mariano Casado y D. Moisés Rodríguez; poco después se presentaron en nuestras cuadras cuatro coches de la Policía Nacional (como si se tratase de un aviso contra delincuentes peligrosísimos), que nos transmiten el deseo de HZ de que salgamos del recinto de manera voluntaria; al comunicarles que no podíamos porque teníamos que trabajar y atender a los caballos, se marcharon sin incidente alguno.

Esa misma tarde el vigilante de la puerta me niega el acceso al recinto, y que si lo hago me atenga a las consecuencias, contestándole que los caballos necesitan que les atienda, y que es mi trabajo. Tras no impedírmelo, cuando llevo andados unos 300 metros me da alcance un coche del servicio de seguridad con dos vigilantes y empiezan a darme empujones, ante lo que intento huir asustado por su agresividad, pero me alcanzan de nuevo y me meten a la fuerza en el coche, donde me golpean repetidas veces. Tras bajarme, me retienen y obligan a no moverme, intentando incluso meterme en un cuarto, y amenazándome con agredirme de nuevo, solucionar el tema haciendo una visita a mi casa, y con la aparición de un caballo mío muerto si presentaba denuncia contra ellos; y me justifican su actitud contándome que a los vigilantes del turno de mañana les han despedido por no haber actuado de la misma manera que ellos.

Momento en el que llega la Policía, y no sólo no adopta ninguna medida contra mí, sino que me acompaña a mi cuadra durante toda la jornada de trabajo para garantizar mi seguridad.

Tras acudir a poner la correspondiente denuncia, me dejaron ingresado en el hospital Puerta de Hierro ante la preocupación de los golpes que me detectaron, especialmente en la cabeza. Los partes de urgencias e ingreso hospitalarios acreditan la existencia de la agresión.

Tanto Teodoro como yo pasamos esa noche con mucho miedo por la seguridad de nuestras familias, caballos y nosotros mismos.

He tenido que volver a entrar por la puerta del hipódromo pasando ante alguno de los vigilantes que me pegaron; lo que más me duele a título personal no son los golpes si no que NADIE de ningún departamento de HDLZ se haya puesto en contacto conmigo, gente a la que veo a diario y tengo que trabajar con ellos todos los días, ni me han pedido mi versión, ni se han preocupado por mi estado de salud. Pero ya lo advirtió Mariano Casado en su entrevista en A Galopar de la semana pasada, ellos son los que tienen (o eso creen) el poder único de decisión sobre quién entra o circula por el recinto, y lo llevan hasta las últimas consecuencias.

Se nos ha presionado, atemorizado, amenazado con dañar a nuestra familia, a nuestros caballos, se me ha pegado desproporcionada y salvajemente, se me ha detenido por el servicio de vigilancia sin haber cometido ningún delito, se nos ha perjudicado como entrenadores y como propietarios, se ha dañado gravemente nuestra imagen para intentar restarnos credibilidad...

Debo aclarar que la Policía no sólo no nos ha detenido ni abierto diligencias contra nosotros en ningún momento, sino que me ha acompañado a mi cuadra para trabajar tras sufrir las agresiones, y posteriormente nos ha autorizado a entrar en su presencia, ante la negativa de los vigilantes de seguridad. En todos estos asuntos, tengo muchos compañeros del sector que están dispuestos a ratificarlo.

Y para todo este desatino se basa HZ en su presunto expediente en el que no se nos ha dado la posibilidad de conocerle ni defendernos, basado en un Reglamento de Régimen Interno de discutible legalidad, y en el que se acuerda algo tan grave en el mundo de los caballos de carreras como impedirnos la entrada como entrenadores (pero tampoco nos dejan entrar como propietarios de los caballos), y que cuya resolución aplican de la tarde del lunes a la mañana del martes, sin capacidad de reacción legal ni de poder garantizar por nuestra parte el correcto cuidado de los caballos. Ni siquiera se ha respetado nuestro derecho a acceder como propietarios de caballos a los boxes que tenemos alquilados para nuestros caballos.

Creo que la actuación de HZ se podría calificar como mínimo de injusta, desproporcionada, alarmante y dictatorial, sin entrar a valorar las consecuencias jurídicas de la misma, que deberán decidir los tribunales.

Todos los abogados a los que hemos consultado opinan que no hemos cometido ilegalidad alguna, y sólo hemos actuando dentro de nuestros derechos y en el cumplimiento de nuestra responsabilidad de atender a los caballos que se nos han confiado, por lo que tenemos previsto continuar con las acciones legales ya iniciadas, e interponer próximamente cuantas resulten necesarias.