El gran desafío del Epsom Derby winner

City of Troy pasaba a ser uno de los caballos mejor enfocados hacia la 72ª edición del Arco del Triunfo, carrera que ya se nos echa encima en menos de dos semanas. Pero siempre hubo otro objetivo para él. Dentro de la planificación de Coolmore para sustituir al gran patriarca Galileo, se ha vuelto a acudir, como ocurrió en las raíces de este emporio, a grandes sementales de dirt americanos, y como ariete principal Justify, el ganador de la Triple Corona americana de 2018. Hijo suyo es City of Troy y basado en esto a este potro se le ha nombrado candidato a atacar la gran carrera que falta en el historial de la cuadra irlandesa, la Breeders’ Cup Classic, disputada en arena y la más generosa en dólares de todas las disputadas en dicho campeonato del mundo oficioso.

Lo malo es que se elude el Arco, ¡ay!, que siempre nos gusta que reúna a todo lo más granado que ha corrido en Europa durante la primavera y el verano y que de esta manera pierde a su principal estrella: de hecho, es el caballo sobre hierba con mayor valor según las clasificaciones internacionales. Pero ganamos, visto desde Europa, un precioso desafío de conquista a los americanos en su propio terreno y aumenta aún más si cabe el interés sobre esta Copa de los Criadores yankee que tendremos el placer de volver a disfrutar en los primeros días de noviembre.

O’Brien ha vuelto a utilizar la pista inglesa de Southwell, en teoría la más parecida a la americana de Del Mar donde se disputará la Breeders’, para hacer un galope de entrenamiento lo más similar posible a lo que ocurrirá el día decisivo: cajones al estilo americano, alta velocidad desde la salida y 4 caballos spárrings que aseguraran una milla corrida a tope. Es cierto que estas 4 liebres –Democracy, Congo River, Master Of The Hunt y Edwardian- no se parecen en mucho a los Fierceness o el japonés Forever Young, máquinas de galopar durante cada uno de los 2.000 metros de la Classic, que tendrá en frente en Del Mar. La excelente idea de la preparatoria de Southwell quizá hubiera merecido unos rivales y un ritmo más exigente. Pero la minuciosidad de O’Brien merece un voto de confianza y un aplauso por darnos a los aficionados desafíos frescos con los que renovar nuestro deporte.